COMO a muchos miles de peruanos, también al doctor Teobaldo Llosa, siquiatra de 66 años, la hoja de coca le ha deparado venturas y desventuras. Angustiado, años atrás, en la búsqueda de soluciones para tratar la drogadicción, practicó, inclusive, la cirugía cerebral ( con la consiguiente satanización por la ciencia tradicional), hasta que decidió, un día, irse a Quillabamba y estudiar 'in situ' los efectos de la cocaína natural contenida en la hoja de coca.
Allí, estudió la sangre de los campesinos que durante 30 o 40 años, seis dias por semana, consumían la sagrada hoja...y lo único que les encontró fueron parásitos. De ahí a la fecha, mucha agua de nuestro sucio Rimac ha corrido bajo el puente, pero los hallazgos científicos, ya irrebatibles, son estos: la hoja de coca es un extraordinario energético natural y antifatigante, que controla el apetito sin desnutrir. Contiene, además, casi 20 veces más calcio que la leche, posee el ansiado betacaroteno y otros antioxidantes (vitaminas B y E) y, también, una impresionante y envidiable colección de minerales.
El doctor Llosa, ahora todo un personaje mundial (además ciclista, poeta -cómo no- y autor de un libro: Médicos contra pacientes) lucha por demostrar que no es verdad lo que la ignorancia popular y los grandes intereses -defendidos por la prensa- quieren hacernos creer: que la coca es sinónimo de droga y hay que combatirla. Este peruano, aquí y en EE.UU, ha curado y cura la drogadicción... con mate de coca. Hay que escucharlo bien: "La cocaína por la boca no exita,no transtorna, no crea paranoia, sino estimula como un café"; así nos lo dice y nos lo repite, con sabia paciencia. Por ello, se ha vuelto un promotor activo de la industrialización de la hoja, sea como harina, en cápsulas, en cremas anestésicas, en chocolates (ya se fabrican en Colombia), y, también, de los tallos y hojas que sirven para fabricar, y con mucho éxito, papel y cartón.
Pero -insistirán siempre los incrédulos-, ¿la cocaína no es droga? Otro ilustre galeno peruano (en realidad mitad francés y mitad cholo), el doctor Sacha Barrio -también un apasionado defensor del uso de la coca-, con gentil sencillez nos desasna: "consumida en la hoja, la cocaína se degrada con la saliva, que es alcalina, y se convierte en benzoil-ecgonina que es un energizante". Este joven, y ya famoso médico, ha logrado en China curaciones extraordinarias de casos de ezquizofrenias y agudas depresiones con un importante aporte de harina de coca, concluyéndose así que ,hoy por hoy, el mejor antidepresivo natural que existe en el mundo es ... nuestra rica coca.
¡Pensar que han tenido que pasar más de 6 mil años para que los peruanos volvamos a descubrir las bondades de esta hojita sagrada llamada coca! Ya en Caral -la civilización más antigua de América- se consumía la harina de coca, según vestigios encontrados, y en todo el incario, como sabemos, la hoja fue parte vital de su rica cultura. El Inca Garcilazo la menciona generosamente en sus Comentarios Reales y -no lo olvidemos nunca- algunos millones de indios sobrevivieron al genocidio colonial (más de 10 millones de muertos) ayudados por los efectos benéficos de la hoja. Sin embargo, en los años cincuenta, los sabios de la ONU (patio trasero de los EEUU) incluyeron a la hoja de coca en la lista de drogas nocivas, en flagrante y estúpida confusión con el clorhidrato de cocaína, dando lugar, así, a interminables y millonarias campañas para su erradicación. Cabría aquí una simple pregunta, inocente pero válida: ¿y por qué para combatir el alcoholismo nunca se intentó erradicar la cebada, materia prima del whisky o la cerveza?
Lo cierto es que todo lo hecho por los gobiernos ha fracasado y seguirá fracasando pues, teniendo a un mercado incontenible de drogadictos en los EEUU y Europa y siendo socios del grande y turbio negocio los mismos políticos y militares que lideran esas campañas, los "planes Colombia" y otros similares, son simples e hipócritas 'saludos a la bandera'. En lugar de la irreversible deforestación y la terrible contaminación química producidas por estas "erradicaciones" o la novel política de 'cultivos alternativos', lo único inteligente y patriótico, es su cultivo protegido y controlado para su industrialización total. Así, y sólo así, la riqueza de la coca se trasladará de las manos de los narcos y sus cómplices industriales y gubernamentales a las de miles de campesinos y sus familias que hoy sufren la más irracional explotación y persecución.
Esta impostergable lucha por la reinvindicación e industrialización de nuestra rica coca, bajo el lema:"Erradicación:no, industrialización:sí", ¿no debería ser una consigna de carácter històrico para las nuevas generaciones de peruanos?
Hoy, 29 de octubre, se escucha por una radio que, allá en los lejanos valles cocaleros, miles de campesinos se han levantado en protesta por las erradicaciones forzadas. Se han tomado carreteras y, seguro, habrá violencia. Pero, afortunadamente -así lo dictamina la prensa- millones de peruanos tendrán un mejor motivo de preocupación: esta tarde -en Brasil- juega la selección de fútbol, señores, y todos tenemos que estar unidos: "¡Vamos Perú, carajo!".
oct.29.