martes, 11 de diciembre de 2007

EN NAVIDAD: ¿ CREER O NO CREER ?



Al nacer, no sólo amamanté la leche materna. También mi madre se preocupó mucho e intensamente por alimentarme con un sentimiento que me ha acompañado, tercamente, durante toda la vida: la fe cristiana. Primero, asumida como dogma absoluto; Dios -y el demonio- existen; los pecadores se irán indefectiblemente al infierno y los hombres buenos alcanzarán la resurección y la vida eterna. Luego, ya convertida en una creencia racional -y necesaria- para afrontar los momentos de tristeza y dolor que la vida me ha sabido regalar. Pero, esa religión cristiana, específicamente católica, la misma que me fue inculcada con fuego y amor, ha sido puesta inevitablemente sobre el tapete de la duda en muchas circunstancias de esta, ya larga, existencia mía.
Me declaro, primeramente, incapaz de entender o explicar el misterio de nuestro origen. No puedo creer las fábulas de Adán y Eva y el paraíso terrenal, por ser una bella ingenuidad histórica (la Biblia es la obra maestra de la metáfora), pero rechazo también, por insuficientes y oportunistas, las teorías evolucionistas, por muy "científicas" que puedan parecer. Creo, claro, en el Big Bang y en nuestra patria perdida: el espacio infinito.
Creo absolutamente en ese maravilloso ser humano que se llamó Cristo. Estoy seguro que los testimonios escritos por los apóstoles sobre sus poderes milagrosos son algo cierto (¿no es una pena que el mismo Cristo no haya querido dejarnos nada escrito?). De lo que no podría estar seguro de creer es que, luego de ser ejecutado y sepultado (lo que conlleva inevitablemente la desintegración y putrefacción de cualquier organismo sin vida), al 'tercer día', como dicen las Escrituras, Cristo se haya reencarnado en su mismo cuerpo. Pero sí acepto -y no es contradictorio- que sus apóstoles "lo vieron", después de muerto. Ellos lo querían ver y sintieron la presencia de algo que no había muerto: la mente-conciencia-alma, o como se le desee llamar, de ese ser extraordinario. Y es que si la misma materia de un ser que muere no desaparece, pues, simplemente se reintegra a la naturaleza, ¿por qué pensar que solamente por ser algo intangible la "personalidad" desaparece con la muerte del cuerpo? "Es lógicamente creíble -dice Toynbee al respecto- que esa personalidad se reintegre a un modo de existencia hipotético, desligado de la materia, vivo y consciente." Cristo, pues, murió pero siguió viviendo. El milagro debió consistir en que, algunos, lo pudieron ver reencarnado...
No es, sin embargo, de la muerte de Cristo de lo que queríamos hablar hoy, sino más bien de su nacimiento y de los muchos mitos y objeciones que existen al respecto de lo que se conoce universalmente con el nombre de Navidad. Se sabe que es poco probable que Cristo haya nacido en el mes de diciembre (según el calendario gregoriano), pues cuenta Lucas que los pastores que acudieron al pesebre de Belén tenían a sus animales con ellos, bajo un cielo estrellado y ello no hubiera podido ser en diciembre pues en esa época el duro invierno lo hubiera impedido; más bien todos los indicios señalan a abril o mayo como los probables meses de ese nacimiento. ¿Por qué, entonces, la Iglesia convino en ir acomodando la fecha del divino natalicio hacia fines de diciembre? Son varias las posibles respuestas. Todas, de origen pagano. Una de ellas se refiere a la fiesta anual romana del 25 de diciembre celebrando el "Nacimiento del Sol", es decir del Dios Apolo. También a fines de diciembre, en Roma, se celebraba la paganísima "Saturnalia", en honor a Saturno; en estas fiestas se imponía la costumbre de intercambiar regalos de todo tipo, incluyendo soltar esclavos, etc Así mismo, en la antigua Germania y Escandinavia, cada 26 de diciembre, se adoraba al Dios del Sol y uno de los actos tradicionales era adornar devotamente un gran arbol. Políticamente, la Iglesia católica impuso la fecha y celebración del nacimiento del nuevo Dios, a fines de diciembre para metamorfosear esas costumbres paganas incluyendo, increíblemente, los detallitos de los regalos y el arbolito. Todo esto a pesar que, como hasta donde se sabe, en la Biblia no existe mención a la fecha del nacimiento de Cristo ni, mucho menos, se ordena que haya alguna celebración.
La política de los viejos (¿y sabios?) estrategas católicos se impuso históricamente y hoy, como sabemos, la navidad se celebra en todas las comunidades cristianas, casi sin excepción. Pero esta celebración que, en todo caso, debería ser, por su propia esencia, una celebración profundamente religiosa, es decir dedicada exclusivamente a la oración y meditación, se ha convertido en una fastuosa fiesta pagana de derroche y consumismo. En una vergonzosa vuelta a los orígenes, la sensualidad más vulgar se impone y asi, por ejemplo, millones de inocentes animales -pavos, cerdos, corderos o lo que sea- son alegremente acuchillados para satisfacer la orgía gúlica de la "noche buena", sin recordar, siquiera, que fueron los humildes animalitos pastoriles los únicos que acompañaron al pequeño Cristo naciente en ese precario -pero seguramente bello- pesebre del desierto. Estas objeciones al manejo de los misterios católicos, sumadas a las sinuosidades históricas de la jerarquía eclesiástica romana han sido decisivas para que notorias inteligencias de la historia de la humanidad hayan rechazado la fe en la Iglesia. Recuerdo a mis admirados Nietzsche, Schopenhauer y a los más cercanos Paz o Borges... Sin embargo, pese a todo y aunque terrible (para los que no tienen nada) ¡cuán bella y profunda suena siempre esta sencilla frase : "Feliz Navidad"! Es un momento de incomparable sinceridad abrazar a un ser querido y decirle, simplemente, Feliz navidad. Por ello, en estos dias de diciembre, al siempre presente dilema de creer o no creer, sólo se me ocurre una respuesta: Hay que querer creer para creer. Eso basta.
Así que a todos ellos, mis ateos escritores queridos, se encuentren donde se encuentren, les envio desde aquí un devoto saludo navideño. (Disculpen ustedes).

Y, desde luego, a los destinatarios de estas notas, mis virtuales nietos: ¡FELIZ NAVIDAD!

DIC. 07.


martes, 4 de diciembre de 2007

SUFRE PERUANO, SUFRE. (letra y música de Tongo)





Hubo una vez, hacia finales del siglo XX, un presidente del Perú que había prometido 'un gobierno para todos'. Con semejante promesa milagrosa las gentes lo habían elegido con más del 50 por ciento de los votos válidos y en los primeros meses de su romántico gobierno todo era esperanzas e ilusiones: Alan era joven, Alan era alto, Alan hablaba muy bien, Alan, Alan.
Pero, luego se empezó a sospechar -y la gente lo sentía- que no todo iba a ser felicidad: el futuro prometido no era diferente al pasado que nadie quería recordar. Algo había sucedido: Los pobres seguían siendo pobres, los de la orgullosa clase media ya no se sentían en la clase media (¿de qué clase eran?) y hasta los mismos ricos ya no sabían si iban a seguir siendo ricos. En sólo 2 años, de 1985 a 1987, los siempre ingenuos peruanos, pasaron de vivir de la fiesta inolvidable al incendio inapagable: su moneda se devaluó tanto que tuvo que cambiarse 2 veces, el precio de las mercancías subió hasta bordear los 3 mil por ciento (hiperinflación le llamaron). En el 88 y 89 se descubrió que los pobres alimentaban a sus niños, en la barriadas limeñas, con
nicovita, el famoso insumo industrial para pollos; si faltaba la nicovita, buenas eran las cáscaras de papa o la hoja de remolacha.(¡Sufre, peruano sufre!, germinaba en Tongo). Sobre este lúgubre escenario económico se montaba, además, una tragedia griega: la guerra entre la barbarie maoista de Guzmán y la estupidez criminal de los militares.
Alan huyó en el 90. Del desprecio ciudadano y de su propio fracaso buscó refugio en la bella (y cara) París . Desde allí, como las ratas acosadas, esperaría el momento, porque sabía(toda rata es astuta) que ese momento llegaría.
De joven, al igual que su mentor Haya, había leído con devoción al maestro Gonzales Prada y se le habían grabado estas palabras:
(al pueblo) gobierne quien gobernare, nada le importa; sobrevenga lo que sobreviniere, poco se le da; todo lo sufre, todo lo acepta. El Perú, como infeliz mujer encadenada al poste de un camino real, puede sufrir los ultrajes de un bandolero, de un imbécil, de un loco y hasta de un orangután. Alan, pues, confiaba en los peruanos y en el tiempo.
Quince años después, adormecida la memoria nacional, será la 'generación nicovita' -hechura de su primer gobierno y sufriente toda del síndrome de Klinefelter*- la que decidirá que Alan, el eterno Alan será nuevamente el presidente de todos los peruanos.
¡Sufre, peruano sufre! les llora, desde entonces, el inefable y peruanísimo Tongo a los peruanos de todo el mundo y los peruanos de todo el mundo lloran oyendo a Tongo. ¿Por qué sufren los peruanos? Nadie lo sabe. Tal vez porque no quieren ser lo que son, tal vez porque no pueden cambiar para ser lo que no son, o, tal vez...

Esta asombrosa (o más bien vergonzosa) vocación del peruano por buscar y aceptar lo que le inflinge dolor, también se cumple -como si fuera ley-, paradójicamente, en un campo que le debería producir distracción y esparcimiento (porque la vida del hombre, según Schopenhauer, es un péndulo entre el sufrimiento y el entretenimiento): el espectáculo-deporte del fútbol.
Una verdadera mafia, tan astuta y eficaz como la de los políticos, se ha apoderado de los resortes económicos y administrativos de este mega negocio contemporáneo que es el fútbol: la nueva gran Iglesia universal en la que los estadios son los templos y los santos -idolatrados- los jugadores. Todo es dogma, todo es aclamación, no importa que seamos perdedores, no importa que nos engañen. Recemos, hermanos, -como borregos- "Perú al mundial" : es la promesa del Paraíso terrenal.
La verdad que el fútbol peruano resulta el caso perfecto para entender plenamente la -sabia- expresión futbolera de Borges:
El fútbol es popular porque la estupidez es popular.
¡Bienaventurado, oh Tongo, porque eres el profeta de la peruanidad!

*Hipotrofia testicular.
dic.7.


lunes, 19 de noviembre de 2007

¡VIVA EL REY!


Se sabe que a los 18 años -en un oscuro accidente-, de certero balazo, le voló la cabeza a su hermano menor, Alfonso. El arma: un revolver que, según se dijo, le fue obsequiado por Francisco Franco, el Generalísimo fascista, supremo dictador de españa. Pero sería otro obsequio, indiscutiblemente mejor y público, el que recibiría alborozado ese joven y ambicioso Borbón de parte del anciano tirano, pues 11 años después, en 1969 (ver foto), sería designado por éste, como su único heredero a la jefatura del Estado y sucesor a título de Rey de España; así, a la muerte del dictador, en 1975, no tendría ningún reparo en jurar - sobre la Biblia, claro- y ante las cortes franco-fascistas, cumplir y hacer cumplir las leyes del régimen. En el acto, hubo un ausente: su padre, el legítimo rey de España al que Franco y su fiel borbón le birlaron la corona. Así nacería para España su nuevo Rey: Don Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias. En su discurso inaugural, el flamante monarca homenajearía así al difunto Generalísimo: "... con respeto y gratitud quiero recordar su figura, una figura excepcional que entra en la Historia"
Nunca imaginaría Franco que, muchos años después, en tierras americanas, Don Juan Carlos de Borbón, su leal heredero, el señor Rey, seguiría sirviéndolo: ante millones de ojos, en visceral y rabiosa reacción, defendería con ardor el nombre e imagen de otro digno heredero franquista, el ex-presidente Aznar.
Sí, el representante vivo del más sanguinario y genocida linaje real europeo, los borbones, autores del feroz exterminio de 10 millones de indios en nuestros andes y de muchos más en tierras aztecas y mayas*, del saqueo demencial por su soldadesca real, que -en nombre de Su Majestad y de su Dios- enviaron a la Metrópoli, según consta en el Archivo de Indias,
sólamente entre los años de 1503 y 1660, el descomunal producto del robo a nuestras tierras: ¡185 mil kilos de oro de pura ley y 16 millones de kilos de plata! De ese botín, como sabemos, a sus graciosas majestades, les tocaría -por previo acuerdo de ladrones- una quinta generosa parte. A su actual descendiente don Juan Carlos, decíamos, le tocó darse el gusto de venir por estas, sus ex-colonias americanas (a una reciente reunión de mandatarios democráticos en la que el único que nunca había sido elegido por su pueblo era él), y añorando esos 300 maravillosos años de absolutismo vesánico, le vino en gana mandar a callar a un presidente de nuestras -aún- maltratadas tierras; y lo hizo porque ¿cómo permitirle a un nativo soldadete de oscura raza notentiendo levantarle la voz, además de la negra mirada, a su representante y sobre todo a él, blanquísimo representante de la corona española, recordarle detallada y públicamente el vergonzoso latrocinio colonial y, encima, calificar de fascista a su engreido ex jefe de gobierno Aznar? Eso, el indignado borbón, no lo podía soportar. En realidad, nunca un rey de España ha aceptado ni aceptará, y , menos se disculpará por lo que hicieron sus antepasados contra nuestras naciones; los crímenes de lesa humanidad, según se les tipifica ahora, quedarán siempre en el olvido, los robos que cometieron silenciados seguirán. Todo fue un obligatorio y natural pago por la "civilización" que impuso el conquistador.
Al respecto, se recuerda que, en 1992, con motivo de la "celebración" del cuatricentenario del descubrimiento de América, un dignísimo gremio de profesionales peruanos (el Colegio de Economistas), en carta firmada por su decano, Virgilio Roel, y dirigida al embajador de España, le recordaba que para los americanos no era ningún motivo de alegría dicha "celebración"y que, en lo que se refería al saqueo de nuestras riquezas se le recordaba que España tenía una deuda real, pendiente de pago con el Perú. Le adjuntaban un detallado documento con el cálculo exacto del valor a la fecha, del tesoro producto del rescate de Atahualpa: U$. 599, 407' 539, 429, o sea, casi 600 mil millones de dólares americanos. La carta no tuvo respuesta.
Este sabroso, pero también histórico, affaire Rey de España Vs. Chávez, aún sigue llenando coloridas carillas de innúmeros escribidores; uno de ellos, un septagenario ciudadano español que alguna vez pretendió ser presidente del Peru, don Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, días atrás en el paquidérmico diario peruano El Comercio, se ha referido a este ofensivo episodio contra su Rey: "La enseñanza más obvia e inmediata de este sicodrama es que hay todavía una América Latina anacrónica, demagógica, inculta y bárbara...".
Digamos finalmente, que cada vez más vamos conociendo, dentro y fuera de España, toda la verdad acerca de ese astuto, inmisericorde y reaccionario personaje que es Juan Carlos de Borbón. Existen ya varios libros que decriben las andanzas financieras del rey y sus lazos con banqueros e industriales de todo tipo, maniobras que le han permitido amasar una cuantiosa fortuna personal que ya, en el 2003, según la revista Forbes, llegaba a los 1,700 millones de euros; bonita suma para alguien sin un trabajo conocido y que sólo es , a fin de cuentas -como bien lo acaba de calificar el senador español Iñaki Anasagasti-, el jefe de "una pandilla de vagos"(léase familia real).
Pero, como todo buen borbón , además del dinero, Juan Carlos ama la sangre, y si es ajena e inocente, mejor: su alteza adora la caza, cómo no, y no hace mucho ( el pasado 8 de octubre) viajó a Rumanía. Allí, se solazó con la matanza personal de NUEVE hermosos osos (entre ellos una osa gestante) y un lobo. La especie está protegida por la Convención de Berna del 2001 y, a pesar de las protestas y denuncias de la prensa independiente, su regia imagen quedo incólume.
Retrato concluído. ¡VIVA EL REY!

* El caso de la isla de Santo Domingo es emblemático: de una población cercana a los 4 millones de nativos en 1,496, tras 74 años de civilizada conquista, sólo sobrevivieron 125 indios.

nov.22.

lunes, 29 de octubre de 2007

NUESTRA ( RICA ) COCA.














COMO a muchos miles de peruanos, también al doctor Teobaldo Llosa, siquiatra de 66 años, la hoja de coca le ha deparado venturas y desventuras. Angustiado, años atrás, en la búsqueda de soluciones para tratar la drogadicción, practicó, inclusive, la cirugía cerebral ( con la consiguiente satanización por la ciencia tradicional), hasta que decidió, un día, irse a Quillabamba y estudiar 'in situ' los efectos de la cocaína natural contenida en la hoja de coca.
Allí, estudió la sangre de los campesinos que durante 30 o 40 años, seis dias por semana, consumían la sagrada hoja...y lo único que les encontró fueron parásitos. De ahí a la fecha, mucha agua de nuestro sucio Rimac ha corrido bajo el puente, pero los hallazgos científicos, ya irrebatibles, son estos: la hoja de coca es un extraordinario energético natural y antifatigante, que controla el apetito sin desnutrir. Contiene, además, casi 20 veces más calcio que la leche, posee el ansiado betacaroteno y otros antioxidantes (vitaminas B y E) y, también, una impresionante y envidiable colección de minerales.
El doctor Llosa, ahora todo un personaje mundial (además ciclista, poeta -cómo no- y autor de un libro:
Médicos contra pacientes) lucha por demostrar que no es verdad lo que la ignorancia popular y los grandes intereses -defendidos por la prensa- quieren hacernos creer: que la coca es sinónimo de droga y hay que combatirla. Este peruano, aquí y en EE.UU, ha curado y cura la drogadicción... con mate de coca. Hay que escucharlo bien: "La cocaína por la boca no exita,no transtorna, no crea paranoia, sino estimula como un café"; así nos lo dice y nos lo repite, con sabia paciencia. Por ello, se ha vuelto un promotor activo de la industrialización de la hoja, sea como harina, en cápsulas, en cremas anestésicas, en chocolates (ya se fabrican en Colombia), y, también, de los tallos y hojas que sirven para fabricar, y con mucho éxito, papel y cartón.
Pero -insistirán siempre los incrédulos-, ¿la cocaína no es droga? Otro ilustre galeno peruano (en realidad mitad francés y mitad cholo), el doctor Sacha Barrio -también un apasionado defensor del uso de la coca-, con gentil sencillez nos desasna: "consumida en la hoja, la cocaína se degrada con la saliva, que es alcalina, y se convierte en benzoil-ecgonina que es un energizante". Este joven, y ya famoso médico, ha logrado en China curaciones extraordinarias de casos de ezquizofrenias y agudas depresiones con un importante aporte de harina de coca, concluyéndose así que ,hoy por hoy, el mejor antidepresivo natural que existe en el mundo es ... nuestra rica coca.


¡Pensar que han tenido que pasar más de 6 mil años para que los peruanos volvamos a descubrir las bondades de esta hojita sagrada llamada coca! Ya en Caral -la civilización más antigua de América- se consumía la harina de coca, según vestigios encontrados, y en todo el incario, como sabemos, la hoja fue parte vital de su rica cultura. El Inca Garcilazo la menciona generosamente en sus Comentarios Reales y -no lo olvidemos nunca- algunos millones de indios sobrevivieron al genocidio colonial (más de 10 millones de muertos) ayudados por los efectos benéficos de la hoja. Sin embargo, en los años cincuenta, los sabios de la ONU (patio trasero de los EEUU) incluyeron a la hoja de coca en la lista de drogas nocivas, en flagrante y estúpida confusión con el clorhidrato de cocaína, dando lugar, así, a interminables y millonarias campañas para su erradicación. Cabría aquí una simple pregunta, inocente pero válida: ¿y por qué para combatir el alcoholismo nunca se intentó erradicar la cebada, materia prima del whisky o la cerveza?
Lo cierto es que todo lo hecho por los gobiernos ha fracasado y seguirá fracasando pues, teniendo a un mercado incontenible de drogadictos en los EEUU y Europa y siendo socios del grande y turbio negocio los mismos políticos y militares que lideran esas campañas, los "planes Colombia" y otros similares, son simples e hipócritas 'saludos a la bandera'. En lugar de la irreversible deforestación y la terrible contaminación química producidas por estas "erradicaciones" o la novel política de 'cultivos alternativos', lo único inteligente y patriótico, es su cultivo protegido y controlado para su industrialización total. Así, y sólo así, la riqueza de la coca se trasladará de las manos de los narcos y sus cómplices industriales y gubernamentales a las de miles de campesinos y sus familias que hoy sufren la más irracional explotación y persecución.
Esta impostergable lucha por la reinvindicación e industrialización de nuestra rica coca, bajo el lema:"Erradicación:no, industrialización:sí", ¿no debería ser una consigna de carácter històrico para las nuevas generaciones de peruanos?

Hoy, 29 de octubre, se escucha por una radio que, allá en los lejanos valles cocaleros, miles de campesinos se han levantado en protesta por las erradicaciones forzadas. Se han tomado carreteras y, seguro, habrá violencia. Pero, afortunadamente -así lo dictamina la prensa- millones de peruanos tendrán un mejor motivo de preocupación: esta tarde -en Brasil- juega la selección de fútbol, señores, y todos tenemos que estar unidos: "¡Vamos Perú, carajo!".

oct.29.




lunes, 22 de octubre de 2007

VIVE LA FIESTA . . .

37 BELLOS TOROS, COMO ESTE, MUY PRONTO,

SERÁN LLEVADOS A UNA PLAZA.

AHÍ LOS TORTURARÁN, LENTA Y EFICAZMENTE.

Y LOS MATARÁN,

ENTRE VÍTORES Y APLAUSOS

DE BACANTES Y BABEANTES.

No lo olvides: Desde el 28 de octubre en el Camal de Acho. Lima
Un espectáculo inolvidable.



sábado, 20 de octubre de 2007

DIA DE ACCION DEL BLOG

EL 15 DE OCTUBRE SE CELEBRO EL DIA MUNDIAL DEL BLOG POR LA DEFENSA DEL MEDIO AMBIENTE. ¡UNETE TU TAMBIEN!

martes, 9 de octubre de 2007

"Colabórame, pe"


EN una revista política -cuyo nombre he preferido olvidar-, escribí, tiempo atrás, un pequeño editorial bajo el título de: '500 mil gigas'. En él, tocaba el caso de los innumerables (este no es un simple adjetivo, pues, efectivamente, nadie sabe cuántos son) niños callejeros de Lima quienes, también en innumerables esquinas de la gran ciudad, nos aguardan, dia y noche, para tocarnos la luna del carro y pedirnos una monedita.

"Colabórame, pe.." es su conocida frasesita de cliché; la dicen mientras rápidamente le pasan un trapito al parabrisas o te ofrecen caramelos para justificar 'comercialmente' su ruego. Hay niños de todas las edades: de 3, 5 u 8 añitos. Dicen, algunos, que no hay que darles nada, que se acostumbran a pedir limosna o que son enviados por padres parásitos explotadores. Lunas arriba, pues.¡Que se jodan! Inclusive, en un elegante distrito capitalino -San Isidro- se han visto bonitos letreros pidiendo a los ciudadanos que no entreguen limosnas en las esquinas para, así, ahuyentar a los niños, esos de nuestro cuento: tienen razón los cultos sanisidrinos: los harapos y las caras sucias no 'le van' a ese elegante barrio de inmaculadas avenidas en donde cada palmera tiene su propio reflector eléctrico y las flores se siembran y se botan cada 3 meses.

Pero, lo que que mencionábamos nosotros en ese editorial, era que había un doble drama en esa situación de los niños de la calle. Todos ellos, seguramente por la desnutrición, el engaño de una educación paupérrima y la exclusión social en general, acabarán sus vidas entrampados en la pobreza; pero, de lo que no se suele hablar es que, con cada niño de la calle, se pierde, irremediablemente, una maravillosa oportunidad de contar con un ser dotado de un cerebro con una potencialidad hasta hace poco incalculable, pero que hoy sí la podemos medir y comparar.
En el mundo de la computación, se sabe que un bit es la más pequeña unidad de almacenamiento, por decir, una letra. El bite son 8 bits; sigue el kilo-bite que significan 1024 bites, luego el mega bite...y -finalmente-, el giga. ¿Qué es un giga? Nada menos que mil millones de bites. Vea usted su buena computadora que andará por los 6 u 8 gigas de memoria. Es una gran computadora.
Pero, sepa esto: el niño callejero, como todo niño de su edad, tiene en su cerebro 500 mil gigas. Dejo a la imaginación las comparaciones.
Simplemente, cerraré esta nota, recurriendo a un comentario que, justamente sobre este tema, hiciera -tiempo atrás- el periodista Jorge Lanata: "...en la cabeza del chico que hoy les pidió limosna en un semáforo entran 125 mil computadoras como la mía. Digo esto para que entendamos, en otros códigos, lo que se pierde cuando un chico no come. Eso es lo que se pierde".

En el Buenos Aires de Lanata o en esta inhóspita Lima, son miles (¿o millones?) los ojos que nos miran a diario -algunos atónitos, otros furiosos- pero, estoy seguro, todos maldiciendo el haber nacido en el apartheid de la pobreza; esperando una remota oportunidad. ¿La tendrán algún día?



lunes, 1 de octubre de 2007

El Peru perdido


ENTRE las muchas cosas que uno va perdiendo por la vida, recuerdo aún, cierto trozo de papel que tenía impreso un mapita del Perú y que, una noche ya lejana, en la ciudad de La Habana, se lo extendí -entre nervioso y apurado- a un gigantón vestido de verde que lo miró, sonrió, y estampó su firma en él. Ahora -luego de 30 años - recuerdo bien que la hojita se la había arrancado a mi agenda de bolsillo segundos antes de estar, cara a cara, con "el comandante Fidel" (Castro, por supuesto).
Tiempo después, en una de esa tantas mudanzas de trabajo -pesadillas de la que nadie está libre-, el mapa autografiado, ya enmarcadito y todo... se me extravió, y, desde entonces, maldigo a quien lo pudiera tener, si es que pudo devolvérmelo y no lo hizo. Especialmente por estos dias, en que parece que Fidel anda ya con visibles ganas de marcharse de este mundo, me gustaría tener el famoso recuerdito colgado de la pared o encima del escritorio, o donde sea, pero conmigo. Total, así nomás no se tiene una autógrafa de quien, seguramente, será recordado - aparte de los odios y los amores que despertó entre muchos- como el revolucionario utópico más grande de la historia de la humanidad.
Revolucionario, porque transformó a un pequeño país, colonizado política y económicamente, con su triste celebridad de ser el bello lupanar de las mafias norteamericanas, en una nación soberana ( que pasó de condición de país objeto a país sujeto, como decía Octavio Paz), y en la que, por lo menos, se logró algo que, hasta hoy, sigue siendo un sueño inalcanzable para el resto de Latinoamérica: "Un país en que nadie se acuesta sin comer y todos se levantan con un trabajo". La frase va en comillas porque la pronunciaba un tal Ramón Castro, dizque hermano del Comandante, y que allá por los 70' dirigía un mega proyecto de producción lechera en la isla.
Espinoso tema el de Cuba. Que si Fidel es un dictador o no, que si hay democracia o no, que si hay libertad de prensa o no. Quizá no se logra entender que es absurdo tratar de interpretar la realidad de una utopía socialista, a la que ha contribuído mucho el aislamiento norteamericano, con criterios que sí son parámetros entre nosotros, el resto de países pobres, occidentales y muy cristianos. 'Democracia', con elecciones manipuladas por los medios y ante electores semianalfabetos o desinteresados de la politca; 'libertad de prensa', para los 4 o 5 millonarios que pueden abrir canales de TV o cadenas de diarios. Eso no podría existir en la Cuba de hoy, pues, precisamente, esas "democracias" y esas "libertades" fueron causa y cómplices de la Cuba colonizada. Es bastante claro y lógico. Pero, hoy en día, después de -casi- medio siglo de revolución ¿qué pensarán los cubanos? ."Huyen por miles" dicen algunos, como prueba del fracaso de la revolución..."¿y cuántos millones se van del resto de latinoamérica?", replican los defensores de la misma.
Sin caer en demagogias ni romanticismos, se puede decir que es totalmente cierto, porque lo es, que los cubanos siguen siendo pobres: sin niños mendigos ni ancianos limosneros, pero siguen siendo pobres; con educación y atención médica gratuita, pero siguen siendo pobres. La revolución, aunque liquidó las lacras del "subdesarrollo", no ha podido dar el siguiente salto de sacar de la pobreza media a la isla. Sí cumplió plenamente con esa primera gran meta de acabar con la miseria y la injusticia social; eso nadie lo ha podido ocultar y por ello será que, pese a todo lo que se diga, los cubanos siguen queriendo a Fidel; por ello será que, pese a todo lo que leemos, en las calles de La Habana -capital sin carros de lujo y sin tentadoras tiendas de ropa-, curiosamente, nunca hay marchas ni mítines contra el gobierno, sean de trabajadores o estudiantes, como sí las hubo -violentas y sangrientas- contra todas las tiranías antes de Castro y como las que abundan, hoy, a diario en nuestros libérrimos países.
El autor de esa utopía (¡hacer una revolución socialista en las narices de los Estados unidos!), ahora octogenario y de cara a la muerte, se me ocurre que, tal vez, podría volver a proclamar, esperanzado, lo que les enrostró alguna vez a sus juzgadores: "Condenadme, la historia me absolverá". Dejémoslo en paz, entonces.

De esa lejana noche cubana, la del autógrafo perdido, quedó por allí una fotografía tomada por un oficial de Fidel. En ella, aparecemos muchos jóvenes arremolinados en torno al comandante y a su costado, una peruana -que me había seguido valientemente a la isla-. Ella, tiempo después y por razones que no he entendido plenamente, se casó conmigo. De manera que, parafraseando a Mariátegui, puedo decir que en ese viaje a Cuba, desposé unas ideas y también una mujer.

oct.3.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Nos habíamos ilusionado tanto.

LOS años sesentas, además de las novedades políticas (la revolución cubana, por ejemplo), o la consagración del rock como fenómeno cultural masivo, más la irrupción masificada de las drogas y la liberación sexual en las puritanas sociedades de economía avanzada, también fueron los años de la aparición de movimientos de renovación absolutamente inéditos en la cinematografía mundial.
En Europa, la
nouvelle vague con Godard a la cabeza, implantó la presencia del realizador como único autor del film y, por lo tanto, con la absoluta libertad de creación. A bout de souffle o la terrible Week end, del mismo Godard, y la cien veces amada Jules et Jim de Truffaut fueron resultado de esta visión iconoclasta y renovadora. También, en Inglaterra, Tony Richardson y Karel Reisz (que, además, nos dejó una monumental Técnica del Montaje) crean el Free cinema: el cine de los 'angry youg men', antiindustrial y de rostro humano, en blanco y negro, con cámaras en mano: las fraternas Bolex de 16mm. Era un nuevo lenguaje y una nueva estética para una época nueva, llena de ilusiones...
Los jóvenes latinoamericanos (de entonces) pudimos acceder a estas obras, aunque de forma harto incompleta y, hasta a veces clandestina: proyecciones en los cineclubes o en salas y patios de algunas universidades, pues los circuitos comerciales apenas si dejaban espacio para estas nuevas obras...¡y qué decir cuando aparecieron los documentales o largos que empezaban a crearse en Cuba, Argentina, Bolivia o Brasil!
Recordar, precisamente, a ese cine latinoamericano, nos obliga a repensar, especial y necesariamente, en dos personalidades cuyas obras marcaron nuestra época dejando una poderosa huella intelectual e ideológica: Fernado Solanas y Glauber Rocha.
Es curioso que, casi a medio siglo de este cine de los sesentas, en Latinoamérica, a los cineastas europeos se les sigue venerando y se les recuerda y sus obras se visionan en todas las salas de arte y/o cinematecas. En cambio,
La hora de los hornos -por ejemplo- de Solanas y Getino, o Tierra en trance de Glauber, casi por obligación y hasta con cierto aire de verguenza, se exhiben, de vez en cuando, en uno que otro 'festival'. ¡Y para qué preguntarse sobre la flagrante proscripción absoluta de la obra documental de Santiago Alvarez, testimonio estético e histórico de los primeros años del proceso revolucionario de Cuba!
Pero, Fernando Solanas y Glauber Rocha nos dejaron algo más que bellos y revolucionarios filmes; su legado incluye algo muy importante: su pensamiento. Solanas (¿aún vive?), recordamos, escribió un libro (
Cine, cultura y descolonización) y el bahiano, vomitó (desde su alma) profundos manifiestos y cartas. Sus obras y sus personas, demás está decirlo, fueron implacablemente satanizados por lo cultos de derecha y los incultos de la izquierda . (Yo me temo que, por lo menos en el Perú, tuvieron éxito: la prueba es nuestro "cine nacional": cine de castrados, sin ideología ni estética propias, obnubilados por sueños idiotas. Me imagino que, para ellos, fue procreado ese insuperable peruanismo:¡Chollywood! ).

A quienes -entre mis desocupados pero cultos lectores- pudiera habérseles despertado la curiosidad, les transcribo dos breves párrafos escritos por estos cineastas, que, quizá, podrán dar un perfil más acertado de ellos, mucho mejor, por cierto, que mis parcializados y deleznables conceptos anteriores.

"Cine político es el de Lumiére y el de Griffith, el de Chaplin y el de Grierson, el de Eisenstein y el de Jerry Lewis, el de Glauber Rocha y el de Jacopetti. Todo género cinematográfico, sea el que corresponde a la comedia rosa o el que se enrola en el drama épico, el policial o el documental, están concebidos y determinados por una concepción ideológica siempre definible, y cuya proyección política escala las más de las veces a la propia conciencia del autor." (Cine, cultura y descolonización, Solanas y Getino).

"El sueño es el único derecho que no se puede prohibir. La estética del hambre era la medida de mi comprensión racional de la pobreza en 1965. Hoy me niego a hablar de cualquier estética. La plena vivencia no puede sujetarse a conceptos filosóficos. El arte revolucionario debe ser una magia capaz de embrujar al hombre a tal punto que él no soporte más vivir en esta realidad absurda". (Estética del sueño. Glauber Rocha).

Ya entrados los setentas, finamente ejecutados Malcolm X, Luther King, Ernesto Guevara, y hasta el ingenuo John Kennedy, nos dimos cuenta de que, no solo en la política sino también en el soñado cine -como siempre-, el sistema había resistido: a algunos -los europeos- se los engulló y, a otros -los tercermundistas- los trituró. (Aquí, en el Perú, un joven poeta, loco por el cine, no tuvo miedo de morir -acribillado- "entre pájaros y árboles"). Nosotros, los 'espectadores', simplemente -ya nos delató Fanon- : o fuimos cobardes o fuimos traidores.

Y pensar, pensar que...¡nos habíamos ilusionado tanto!

oct. 22,07.













miércoles, 5 de septiembre de 2007

Más bestias, menos animales...


El periodista César Hildebrandt -tan apreciado, tan despreciado- publicó dias atrás un artículo en el que protestaba, con esa acidez muy propia de él, por unas fotos exhibidas en la página taurina del diario El Comercio de Lima (24 de agosto). Era un toro que observa a su matarife, instantes antes de ser ejecutado, al igual que otro ya destazado, y que, según el escribidor eran las más repugnantes vistas en toda su vida de periodista. La muerte de las 'bestias' llamadas toros son motivo de fiesta, desde siempre, para los señoritos dueños de este periódico: eso lo sabemos todos y, claro, si al camal del Rímac le llaman 'Plaza' y la admiran, y a la tortura y muerte del toro le llaman 'Arte' y le aplauden, ¿por que habría de extrañarle a Hildebrandt, o a nadie, que anden publicando estas fotos?

Centenaria es la discusión entre las bestias que defienden las corridas y los necios que las condenamos porque amamos a los animales. Entrar en detalles sería más que ocioso y, además, nadie convencería a nadie.
Afortunadamente son ya muy pocos los lugares en el mundo donde se celebra "tan bárbara e inhumana cosa" como le llamaba don Lope de Vega a la "fiesta bruta" de España.
Y, afortunadamente también, conforme avanza el conocimiento y la investigación, el trato -por siglos de atroz injusticia- dado a los animales es cada vez más humano(o mejor, menos inhumano). Los zoocidios -innúmeros, milenarios, siempre impunes-, cometidos contra nuestra hermana especie animal ya van quedando en el negro archivo de la historia de la humanidad. Especies extinguidas o acorraladas y, otras aún, en vias de desaparición, son mudas testigas de ello: ya sabemos que les quedan pocos años de existencia a los chimpancés y a los elefantes en Africa, a la Ballena Azul y al Jaguar y al Oso Hormiguero en América; a los Orangutanes (¡primos hermanos nuestros!), Nutrias y Pandas Gigantes en Asia. No nos engañemos, no podrán salvarse, porque nadie quiere salvarlos...
¡Qué cierta y justa esa dolida y poco recordada frase de Schopenhauer!: "El hombre ha convertido a la Tierra en el infierno de los animales". El filósofo alemán -profundo conocedor de la mente y la conducta humana- amaba entrañablemente a los animales y, en especial a los maravillosos perros, cuya fiel compañía disfrutó hasta el último de sus días.
Allá por 1,900, un valiente desenmascarador de El Comercio de entonces, el inigualable pensador peruano Manuel Gonzáles Prada, escribió en su Horas de Lucha este bello sarcasmo: "Guardémonos del individuo que nunca tuvo un perro..."

Por cierto, alguna vez escuché a César Hildebrandt decir, muy seriamente, que él conversaba con su perro. Yo le creo, pero le podría contar, también muy serio, que al mío, yo no le converso, más bien le escucho...y aprendo.

setiembre 5, 07.

lunes, 20 de agosto de 2007


TODA catástrofe -entre ellas, los terremotos-, da lugar siempre a que la conmovida opinión mundial exprese su conmiseración y su espìritu solidario. Organizaciones como la Cruz Roja u otras y los gobiernos de países prósperos, envían todo tipo de ayuda y, de este modo, las conciencias de todos van quedando automáticamente en paz.
Un reciente terremoto ocurrido en el Perú, es una clara muestra de lo dicho. Sin embargo, hay otros tipos de catástrofes que, pese a ser de mayor magnitud por sus implicancias humanas y morales, son aceptadas, cotidiana y perfectamente, por esa misma "comunidad" internacional, tal vez, porque el causante de estas no ha sido la naturaleza, sino el hombre mismo.
Hace sólo un siglo, en el Congo Belga africano, un ilustre monarca europeo (el rey Leopoldo II de Bélgica), en menos de 10 años erigió un próspero imperio económico, en provecho propio, gracias al esclavizante exterminio de varios
m-i-l-l-o-n-e-s de nativos congoleses y a la inmisericorde matanza de, prácticamente, la totalidad de la población de elefantes. Así, caucho y marfil, ensangrentados pero abundantes, marcharon a nutrir las prósperas industrias y el comercio de los ávidos países europeos y de ultramar. Esos gobiernos, lejos de preocuparse por el tenebroso origen de las riquezas africanas, más bien -así lo testimonia la historia- ensalzaron la labor "civilizadora y benefactora" del astuto sátrapa Leopoldo en ese remoto país de caníbales y animales salvajes.
Aún hoy, los visitantes a la moderna Bélgica pueden admirar bellos monumentos erigidos a la memoria del buen Leopoldo e, inclusive, visitar un museo dedicado a la memoria del notable genocida real.
Pero no es esta, por desgracia, una historia excepcional. Con la misma excusa de ser representante de una 'civilización superior', otro genio del mal, el austríaco Adolph Hitler inventó el nazismo para apoderarse de Alemania y Europa entera, proclamando la supremacía de la raza Aria y la necesidad de exterminar a la nación judía. Pero recordemos que el nazismo no se gestó ni desarrolló de la noche a la mañana; fueron largos años previos a la invasión polaca de 1939 en los que, pese a todas las evidencias políticas y militares, ningún gobierno contemporáneo se atrevió a condenar y, menos, a actuar en contra de Hitler y el nazismo. Aún después de avanzada la guerra de expansión alemana, los EEUU se negaron a participar militarmente y ello sólo ocurrió, como todos recordamos, después del ataque japonés en Pearl Harbor.
Se hace evidente que si hay una línea que separa a la civilización de la barbarie, ella es delgada y muchas veces invisible; sólo así se explica que naciones cultas, con gobiernos prósperos e incluso formalmente democráticos, cometan casi en forma natural y con total inpunidad, actos de barbarie absoluta.
La Bélgica de 1900 y la Alemania de 1940 (son sólo dos ejemplos) se enlazan, por su inmoralidad y vesanía, a lo que hoy practican los EEUU en Irak. Esto es algo real y objetivo: la democracia más poderosa de la tierra, la nación bandera de la civilización occidental, actúa a las órdenes de las todopoderosas corporaciones de la gran industria de la guerra y del petróleo. El resultado -pese a las censuras y autocensuras-, lo vemos día tras día en todos los medios. Estos miles y miles de civiles inocentes muertos en una invasión de rapiña que está llevando a un holocausto (el primero del siglo XXI) a Irak, no han merecido el reclamo ni el apoyo efectivo de ningún país occidental y cristiano. Quizá algunos gestos líricos o golpes de pecho que, frente a los hechos, se pierden en la impotencia y el olvido.

Allá por 1760, un notable pensador europeo, Rousseau, escribió un libro que le valió una cruel persecución. En él, manifestaba con extraordinaria racionalidad, que dado el carácter irreconciliable entre naturaleza y cultura, se hacía necesario crear un nuevo "contrato social" que permitiera, gracias a la educación y el derecho, una redención de la sociedad. Aún hoy, seguimos negando a Rousseau pues esa redención no ha llegado y, seguramente, nunca lo hará.
(agosto 20)


lunes, 13 de agosto de 2007

LEER, PARA NO LEER

"HAY que conocer el arte de no leer", recomendaba -allá por 1850-, nada menos que Schopenhauer. Se refería, claro, a no leer libelos políticos o panfletos eclesiásticos. "No leer lo malo -decía-, para así tener tiempo y leer lo único bueno, que son los libros, porque la vida es muy corta...". Más de un siglo después, Jorge Luis Borges, mejor pensador que poeta, confesaba que nunca había leído un periódico, porque todas las noticias "están deliberadamente escritas para ser olvidadas".

En una de sus grandes películas (no recuerdo si es
La Aventura o El Desierto Rojo), Antonioni hace que sus personajes deshechen, a patadas, la página de un diario que ha interrumpido su existencial diálogo. "Es el diario de hoy", dice con repugnancia Mónica Vitti. Otro personaje -excepcional científico y filósofo-, Albert Einstein, despreciaba esas lacras de la humanidad, llamadas 'patriotismo' y 'militarismo' ( las llamaba "plagas de la civilización") y culpaba abiertamente a la prensa (además de la escuela) por sostener estos vergozosos mitos.

En nuestro país no hay que ser tan geniales, felizmente, para convencernos del triste papel que cumplen los diarios. Todos -sin excepción- sirven a la clase política al difundir sus mensajes, contarnos sus despreciables aventuras diarias, sus fechorías y arrepentimientos; pero, sobre todo, sus embustes pre-electorales en costosos avisos que sirven para el engorde económico de los empresarios que poseen los medios. Todo ello, por cierto, bajo las sagradas e intocables banderas de la "libertad de prensa".

¿Exageración?. Por favor, solamente parémonos frente al quiosco de la esquina y veamos titulares, textos y fotos. Alguien que conoce muy bien el monstruo por dentro -el periodista argentino Jorge Lanata-, nos da una franca explicación-confesión, cuando dice que "en el gremio periodístico, el puterío por metro cuadrado es altísimo".

Por ello, me gustaría decirles que no teman, que nada se van a perder si hoy, o mañana, no leen un diario. Hay que hacer la prueba y convencerse. Claro que no es tan fácil, porque desde que nacemos hemos adquirido la adicción de "estar informados"; pero, tampoco es imposible.

(agosto 12).